Carmita, 20 años de tu partida

Ya son Veinte años, Carmita, Madre mía… tu partida se siente tan reciente y tan sentida, como cuando la noche cubría en tus ojos la luz de la vida.

El cielo jubiloso te recibía y tu voz contestaba en medio de un coro angelical, pues asististe al llamado del creador, siempre estuviste cuando más te requerían y nunca te negaste a hacerte presente. Sabe Dios cuantos rostros iluminaste en la tierra con tu tierna y transparente presencia!

Madre… Mi voz aun no alcanza la templanza que en vida tuviste, más serenamente hoy, después de veinte años aquilato más que nunca lo que es tu esencia: Bondad, ternura, solidaridad.
Madre incomparable, compañera, amiga y maestra de dulces cuidados, tú eres eterna. Alzando mis ojos al cielo te bendigo y te digo… Gracias Madre, porque te entregaste fiel a la más sublime de las misiones encomendadas, la de ser Madre, madre de mi vida, te amo y te extraño!